Pensamos que por vivir en el siglo XXI, la censura ha desaparecido en el tiempo, pero ni más lejos de la realidad, ahora la censura la encontramos en las redes sociales.
Origen histórico de la censura
La censura es la ‘intervención que practica el censor en el contenido o en la forma de una obra, atendiendo a razones ideológicas, morales o políticas’. Esta definición viene recogida en la RAE. Se considera, en sentido amplio, como supresión de material de comunicación. Esto puede ser considerado ofensivo, dañino, inconveniente o innecesario para el gobierno o los medios de comunicación, según lo determinado por un censor.
Tenemos en nuestra mente la asociación de censura con la quema de libros, octavillas, recortes de derechos o supresiones en películas o en cualquier representación artística. Pero desde hace años, esta censura ha pasado del plano físico al digital.
La censura salta del ámbito físico al online
Con el crecimiento del uso de las redes sociales para informarse y compartir información, tanto personal como profesional, la censura ha cambiado su ámbito.
Los primeros early adopters de las redes sociales se adentraron con dudas y desconocimiento. Ellos las utilizaron para compartir sus estilos de vida, lo que comían y sus aprendizajes. El ambiente era agradable y se generaba un entorno positivo donde rápidamente surgieron comunidades de marca.
Pero a medida que las redes sociales han ido creciendo y recibiendo a diferentes perfiles de usuarios, su utilización ha virado y los discursos se han radicalizado.
Las redes han pasado de ser un lugar seguro, donde se buscaba compartir momentos y conseguir validación en forma de la dictadura del like. A ser un entorno donde salirse del discurso defendido por la mayoría supone ser señalado y puesto en duda. Esto genera en ciertos colectivos problemas, como por ejemplo, de ansiedad y baja autoestima.
Pero este cambio en las redes sociales también ha degenerado en manipulación de la información de los medios de comunicación. Sin olvidarnos tampoco de la difusión de bulos y de fake news. El clickbait es un fenómeno que ha hecho mucho daño a la credibilidad de los medios de comunicación, al igual que la gestión informativa de grandes acontecimientos y catástrofes.
Las redes sociales son parte del problema
Hay ciertas actitudes que se ejecutan en las redes sociales que deberían estar limitadas por parte de las propias empresas. Es decir, Facebook, X o Tik Tok deben controlar estos discursos intencionados y dañinos.
Al igual que con ciertas palabras claves, fotografías y temáticas, limitan las visualizaciones, cierran cuentas o borran publicaciones. De la misma forma y con la misma contundencia deberían reaccionar con comentarios nocivos y perfiles que comparten noticias falsas.
La opción que ha añadido X de poder poner contexto a los tweets facilita la mejor comprensión de la información. Y también supone tener una visión más crítica de la información que se publica. Pero sigue siendo insuficiente, porque muchos tweets se quedan sin esa interpretación, facilitando que los bulos se multipliquen.
La actitud de enojo y crispación reinante en la sociedad tampoco ayuda a generar un ambiente positivo en el social media. Por eso, hacer bromas y utilizar un tono jocoso es complicado en muchas ocasiones. Sobre todo cuando se pueden producir malentendidos.
X (antes Twitter) en el foco de la polémica
Creo que las propias redes sociales se hayan convertido en un negocio que mueve miles de millones de euros al año tampoco ayuda al cambio.
Elon Musk ha transformado Twitter (o X, según el magnate) en un altavoz para sus propios intereses. El fundador de Tesla ha transformado la red social con múltiples variaciones, incentivando que muchos usuarios decidan abandonarla. Bluesky, Mastodon o Threads se han beneficiado de este descontento de miles de usuarios de la red del pájaro azul, recibiendo a estos usuarios que buscan otros entornos más saludables.
En este contexto muchas empresas y commmunity manager tienen cada vez más cuidado con lo que publican. Sobre todo porque nadie quiere una publicación genere una crisis de reputación que afecte a la credibilidad de la organización.
Las redes son cada vez menos sociales porque han perdido naturalidad. Tenemos el ejemplo de un vídeo ligando en un famoso supermercado con una piña se convierta en algo viral. Precisamente se hace viral porque la publicación original no tenía falsas interpretaciones y el mensaje era humorístico. Sin embargo, de esa viralidad hace que muchas marcas y famosos se suban al carro, generando hastío en pocos días.
La autocrítica es algo esencial, y los principios de la netiqueta algo esencial cuando utilizamos un altavoz como son las redes sociales.
Discurso del odio y falta de libertad
En mi caso, cada vez me cuesta más publicar, y más en ciertas redes sociales, por esta simple razón. Es fácil que se malinterprete una publicación, y que cualquiera pueda insultarte sin conocerte.
Cada vez existen más discursos de odio (o hate) y de miedo.
Hasta que la inmensa mayoría de perfiles que hay en las redes sociales no estén verificados, con una fotografía real y unos datos creíbles, no se limitará de forma efectiva este problema de raíz. Sin embargo, el crecimiento de la IA creo que no va a ayudar a limitar este problema, sino que incluso lo puede acrecentar.
Creo que en las redes sociales deberíamos tener la misma libertad que cuando salimos a la calle. Sino las redes se convertirán en un altavoz que solo servirá para que las posturas más extremistas se apropien de estos canales. Echando con ello al resto de usuarios que no aceptan estos principios de silencio.
¿Has vivido en alguna ocasión un ataque por tus opiniones en redes sociales?
¿Qué crees que se debería hacer por parte de las redes sociales para evitar estas desagradables situaciones?
¿Por qué las redes sociales no han conseguido todavía limitar con acierto estos discursos de odio?
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